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Promesas bajo la lluvia: 6) La cita.

by Natalia on Nov.22, 2009, under , , , , ,

CAPÍTULO 6 DE PROMESAS BAJO LA LLUVIA, ¿TE LO QUIERES PERDER?

Mi corazón se detuvo junto con el tiempo y mi respiración también.
– ¿Mía? –me preguntó.
No era capaz de contestarle pero al final mis palabras salieron solas de mi boca contestando a su pregunta.
–Sí, soy yo.
–Encantado, yo soy Jeremy.
Mi mirada se posó en sus ojos azules, no podía dejar de mirarlos, también observé su sedoso y brillante pelo negro azabache. No llevaba el gorro así que se le podía observar toda su belleza. Era la persona más hermosa que había conocido. Sus ojos brillaban radiantes y no apartaban su mirada de mí, no dejaba de observarme y de sonreírme.
–Encantada… –dije como pude sin dejar de mirarle.
Me levantó y se agachó a recoger mi móvil. Yo continué mirándole y cuando se levantó nuestras miradas se encontraron. Ninguno quitó la vista del otro, la gente pasaba por nuestros lados pero nosotros no nos quitamos de ahí, continuábamos mirándonos y sin decir nada. Mi estómago estaba lleno de mariposas, muchísimas más que con Mike, el sol comenzó a salir iluminándole y dándole más brillo a sus hermosísimos ojos azules.
–Gracias… por devolverme el bolso –conseguí decir por fin.
–De nada. Me alegro de haberlo devuelvo a la persona correcta.

Sonreí con cara de estúpida, no podía dejar me mirarle, ¡parecía completamente boba! Aunque era aquello precioso, parecía un cuento de hadas. No quería despertar y tener que olvidarle.
–Bueno me dijo tu compañera de piso que querías decirme algo –dijo directamente el chico sin perder más tiempo.
– ¿Eh? –me sobresalté –yo… quería decirte que… que muchas gracias –dije absurdamente.
–Muy bien, de nada –contestó de nuevo.
–Tienes unos ojos muy bonitos –dije sin pensar.
¡Qué estupidez había dicho! Pero la verdad es que creo que gracias a eso la conversación se alargó un poco más cuando parecía que nuestros comentarios iban a acabarse.
–Gracias, me lo dicen mucho –se sonrojó un poco Jeremy.
Me sonrojé junto a él. El chico montó mi móvil y me lo di sin más preámbulos. Cuando rozó mi mano casi me desmayo, estaba definitivamente, enamorada de un chico que no conocía. Estaba deseando saber más sobre Jeremy pero parecía que él no quería nada más. No quería saber más de mí.
–Mía, si quieres vamos a tomar algo. Ya que estamos aquí no vamos a despedirnos sin más ¿no? –sonrió.
–Sí –contesté con felicidad.
¡Me había invitado a tomar algo! Era todo maravilloso. Jeremy me llevó a una cafetería que había en Coven Garden. De camino allí Jeremy y yo hablamos de muchísimas cosas, el me contó que le había hecho ilusión conocerme ya que le gustaba mucho conocer gente nueva. Él había nacido en Miami, era americano como yo, se vino aquí a estudiar hace unos años y ahora estaba aquí de vacaciones con un amigo suyo. Eso me entristeció, porque eso significaba que cuando se acabasen las vacaciones Jeremy volvería a Miami.
– ¿Qué quieres tomar? –me preguntó.
Miré la carta rápidamente.
–Un chocolate, por favor –dije sonrojándome un poco.
–Que sean dos –le dijo Jeremy al camarero que esperaba a que pidiésemos algo para tomar.
– ¿Entonces… te irás cuando acabe el verano verdad?
–Si –dijo el chico sin saber por qué se lo preguntaba –Pero ahora que tengo amigos aquí vendré más veces.
– ¿No tenías amigos ya aquí de cuando estuviste estudiando?
–Si. Pero siempre están ocupados y sólo he visto a una amiga que hice y la vi a principios de verano, ya no se nada de ella.
No me creía lo que me estaba pasando, le acababa de conocer pero ya hablaba con el mucho más que con Mike.
–Tu amiga era muy amable –me dijo Jeremy cuando cambiamos de tema.
–La verdad es que si, es una de las mejores personas que puedes conocer.
–Me extrañó mucho que me ofreciese a quedar contigo pero yo acepté, ya te he dicho que me gusta hacer amigos –me sonrió con su sonrisa de ángel.
Yo me quedé mirándole sin contestarle. Sus ojos penetraban en mi como la luz, al mirarle sentía mil cosas maravillosas, no sé como explicar lo que aquella mirada me hacía sentir en cada momento.
–Aquí tienen –dijo el camarero ofreciéndonos nuestros chocolates haciendo que yo saliese de mi trance.
–Gracias –contestó Jeremy por los dos.
–Bueno Mía, cuéntame algo sobre ti.
– ¿Y qué quieres que te cuente? Me gusta más escucharte a ti, tienes más cosas interesantes que contar.
–No seas tonta, ¿no me digas que te da vergüenza hablar conmigo? Si llevamos todo el camino hablando –me dijo el chico esbozando una sonrisa muy graciosa.
– ¿Vergüenza? –repetí.
–Si, vergüenza –dijo el chico para ponerme más nerviosa.
–No, para nada –dije suspirando y colocándome el pelo detrás de la oreja.
El chico continuaba mirándome con su sonrisa esbozada. Yo no tenía que decir nada ya que él lo decía todo con su mirada. No podía saber aun si sentía algo por él pero creo que sabía perfectamente que si seguía así con él acabaría locamente enamorada de él.
–Le hablé a mi amigo de tu compañera de piso, dijo que si tú y yo nos conocíamos y nos llevábamos bien que quedásemos un día los cuatro y así ellos se conocían –dijo pícaramente.
–Oh… dile a tu amigo que tendrá que buscarse a otra chica. Helena ya tiene novio –dije riéndome.
–Que chasco se va a llevar… –dijo Jeremy riendo.
Yo me quedé observándole disimuladamente mientras bebía chocolate. En cuanto llegase a casa le contaría todo a Helena, aunque seguro que ella también tenía mucho que contarme respecto a sus cuadros y al hombre que quería comprar algunos.
–Oye –dije rápidamente.
–Dime Mía.
Me sonrojé y me armé de valor para decir una tontería más.

–No será que quería saber si Helena tenía novio, ¿por ti? –dije levantando una ceja.
– ¿Cómo? –dijo el chico poniéndose nervioso.
–Lo que oyes –me reí –seguro que querías saber tú si ella tenía novio por ti. Seguro que te gusta, Helena es muy guapa.
– ¡No! –dijo el chico seriamente.
Me asusté y pensé que había metido la pata hasta el fondo. Creo que no debería haber dicho semejante estupidez.
–Créeme, lo de Helena lo he dicho por mi amigo. A mi no me gusta Helena –dijo firmemente.
La verdad es que me quitó un peso de encima, eso me hacía sentir mucho mejor o quizás no. Quizás tendría que bajar de las nubes y centrarme en Mike. Ahora todo de nuevo, estaba torciéndose en mi mente.
–No te angusties, ha sido solo una pregunta –me dijo Jeremy para tranquilizarme ya que se me notaba muy tensa.
Le miré y aparté rápidamente la mirada, no podía seguir allí. Mi cabeza ahora me decía cosas distintas a mi corazón, no sabía que hacer, me estaba poniendo fatal.
–Oye Mía, tienes mala cara –me dijo Jeremy acercando su mano a la mía.
Miré su mano acercarse y cuando levanté la mirada para verle vi que me miraba fijamente, de pronto, noté su mano sobre la mía. Mi corazón comenzó a latir fuertemente y desconecté de mi cabeza, no quería escuchar nada de ella, solo quería hacer caso a mi corazón en ese momento. ¡Me había tocado!
–Esto bien Jeremy, muchas gracias –dije sonriendo como pude.
–Será mejor que te lleve a casa. Quizá estás cansada y necesitas descansar.

Asentí y cuando fui a coger el monedero Jeremy ya tenía el dinero encima de la mesa.
–Permíteme invitarte hoy –dijo educadamente.
El camarero nos trajo la cuenta que había pedido el chico de los ojos azules y así, Jeremy lo pagó.
– ¿Tú por dónde vives? –pregunté por empezar a hablar sobre algo.
–Cerca de tu casa –sonrió.
Me sonrojé de nuevo.
–Vivo en Leicester Square –me explicó.
–Es verdad, vives cerca –me alegré.
–Mía, ¿has quedado conmigo porque Helena te lo dijo, o por qué tú has querido? –preguntó de repente.
Me sobresalté, la verdad es que había quedado con él en parte porque yo quería y por la otra parte porque Helena insistió mucho. Pero sinceramente, yo quería quedar con él porque tenía la corazonada de que era él sería el chico que me cautivó en el metro.
–Quedé contigo porque quise –dije sin mirarle por vergüenza.
– ¿Enserio? Yo pensaba que me darías plantón –se rió.
–Eso sería imposible… –murmuré.
– ¿Imposible? –repitió Jeremy ya que me había escuchado.
Nuevamente me puse nerviosa, mis manos comenzaron a temblar. Era imposible dar plantón a alguien como él, era la persona más amable que había conocido hasta el momento, a pesar de estar pocas horas con Jeremy.
–Si imposible porque… tenía que darte las gracias en persona por devolverme el bolso.

El tiempo comenzó a ponerse peor, esta vez si parecía que iba a llover. Yo no quería que eso pasase porque seguro que en un ataque de los míos de nerviosismo me caía al suelo y Jeremy se reiría de mí. El cielo nublado aproximaban lluvias y Jeremy comenzó a andar más deprisa para que no nos mojásemos con la lluvia que empezase a caer en poco tiempo. El chico de ojos azules me dijo exactamente cual era su casa por si un día quería ir a saludarle o algo, también me dio su número de móvil por si quería llamarle algún día de estos antes de que el verano se acabase. Yo no aguantaba más, necesitaba saber algo esencial para hacer caso a mi corazón o a mi cabeza, tenía que saber si Jeremy tenía novia, no podía seguir detrás de un chico que ya tenía su corazón prendido de alguien.
–Jeremy… –comencé diciendo.
–Dime Mía.
–Tú… aquí o en Miami… ¿tienes…?
Se me trababa la lengua y el color rojizo de las mejillas aumentaba con velocidad. No sabía cómo decírselo, era el primer día que quedaba con él pero tenía que saberlo cuanto antes, no aguantaba más este lío entre Mike o Jeremy.
– ¿Tienes…?–continué diciendo – ¿novia?
El chico se sobresaltó por primera vez desde que estaba con él.
– ¿A qué viene esa pregunta Mía? –me preguntó Jeremy desconcertado.
Las gotas de agua comenzaron a caer poco a poco.
–Te pregunté yo primero, por favor contéstame –le rogué sin mirarle a la cara.
–No tengo novia, ni aquí ni en Miami ni en ningún otro sitio –contestó con firmeza mientras se quitaba la chaqueta y me la colocaba encima para no mojarme con la lluvia que ahora caía con fuerza.
–Gracias por contestarme.
–Ahora creo que te toca a ti –me dijo.
–Te lo pregunté porque… tenía curiosidad. Sólo era eso –mentí.
El chico no preguntó más, sabía que yo estaba mal por algo y no quería hacerme sentir peor. Me agarró con delicadeza y comenzamos a andar para no mojarnos ya que para hablar nos habíamos parado en medio de la calle.
–Ya casi hemos llegado –me dijo.
Me sentía estúpida, con lo bien que me había ido el día con él yo lo había estropeado diciéndole aquello. Me sentía bien al saber que no tenía novia pero… no sabía que quería, necesitaba hablar con Helena, ella me aclararía las ideas. Mis pensamientos respecto a Jeremy y a Mike iban por rachas, primero pensaban que Jeremy era mejor, luego que era mejor Mike, después otra vez el chico con sonrisa de ángel, nuevamente después Michael… Definitivamente, necesitaba descansar para poder aclarar las ideas mejor.
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Promesas bajo la lluvia: 5) Horas antes

by Natalia on Nov.22, 2009, under , , , , , ,

CAPÍTULO 5, ¿TE LO QUIERES PERDER? LEELO Y DA TU OPINIÓN =)

–Creo que se me está haciendo tarde, ya nos veremos mañana en el trabajo Mía –dijo Mike levantándose y cogiendo sus cosas.
– ¿Te vas ya? –preguntó Helena con tristeza ya que se lo estaba pasando genial con Michael.
–Si, tengo que irme ya. Encantado de conocerte Helena.
–Igualmente Mike –sonrió la chica.
–Nos vemos entonces –dijo mi compañero abriendo la puerta y cerrándola rápidamente.
Mike se fue sin darnos dos besos para despedirse ni nada, eso quería decir que estaba molesto e incómodo. Helena no aguantó y me echó en cara lo que había sucedido.
–Eres una estúpida –me dijo.
– ¿Qué?
–Lo que oyes, tienes a un chico maravilloso aquí detrás de ti y tú le ignoras. Ya me gustaría que mi novio estuviese aquí conmigo y constantemente me demostrara que me quiere como Mike a ti.
–Pero Helena, yo no le quiero… –susurré porque no estaba segura de eso –pero es que no paro de pensar en el chico del metro.
– Esta tarde le verás pero tú no sabes si será el o no y tampoco sabes si se enamorará de ti.
–Eso ya lo sé Helena…
– ¿Y todo este tiempo atrás que Mike a estado enamorado de ti por qué no le has hecho caso?
–Porque no soy capaz de fijarme en él. No le veo más que aun amigo.
Helena guardó silencio y suspiraba repetidas veces. No paraba de dar vueltas por el salón. No se hacía a la idea de que fuese tan estúpida y no hacer caso a un chico guapo, amable y dulce que me quería.
– ¿Tienes miedo a enamorarte? –dijo al fin Helena.
– ¿Yo?
Helena me miró con enfado y se limitó a no contestar a mi absurda pregunta.
–No tengo miedo a enamorarme –contesté al fin.
– ¿Entonces qué te sucede?
–No lo sé Helena pero yo creo que es que no puedo querer a Mike, no soy capaz por mucho que lo intente.
–Quizá sea eso… no siempre se ama a la persona que más te quiere.
Yo me senté en el sofá y mi amiga se acercó a pedirme disculpas por su mal genio demostrado hace unos momentos pero ella sólo quería que yo fuese feliz ya que no tenía a nadie.
– ¿Crees qué estoy equivocada? –pregunté al fin queriendo obtener una buena respuesta.
–Mía, yo creo que lo que tienes que hacer es hacer caso a tu corazón, hoy verás al supuesto chico del metro, si es él pues espero que todo salga bien, sino quizá, deberías ver con otros ojos al dulce y amable Mike.
Me quedé pensando y me di cuenta de que Helena tenía razón, tenía que darle una oportunidad a Michael, así que si esta tarde conocía al chico que me devolvió el bolso y resulta que era el mismo chico que me dejó embelesada en el metro me olvidaré de Mike e intentaré llegar lejos con aquel chico a pesar de no saber anda sobre él pero si no era así, la oportunidad se la daría, obviamente, a mi gran amigo Mike.

Helena cogió su móvil y se encerró en la habitación, lo más seguro es que se pusiese a hablar con su novio. Yo nunca llamaba a casi nadie, mi relación con mis padres y mi hermana no eran muy buena así que mis gastos con el teléfono móvil eran escasos. Me quedé mirando por la ventana y observé que hacía sol, parecía que no iba a llover en bastante tiempo, aunque aquí en Londres nunca debes fiarte del tiempo.
–Ya te queda poco para ver al chico que tantos problemas te está dando –me dije a mi misma.
Me preparé para hacer la comida, preparé espaguetis a la carbonara, ya que era el plato favorito de Helena. Preparé aquel plato para pedirle disculpas por mi estúpido comportamiento, ella hacía todo por mi bien y la verdad es que le agradezco que esté conmigo y que no me haya dejado sola como mi familia.
–Helena –la llamé –la comida ya está lista.
–Voy –contestó felizmente mi compañera de apartamento.
Mi amiga terminó de hablar por teléfono y se sorprendió ante la comida que le había preparado en modo de disculpa.
–No tenías porque molestarte.
–Tú si que no deberías porque molestarte tanto por mi –sonreí.
Helena se acercó a mí y me abrazó como de costumbre. Esa chica era digna de admirar, a pesar de su temperamento y sus actos imprevistos, era una chica maravillosa y envidiable.
–Siempre estaré contigo Mía, no lo olvides, sólo quiero que seas feliz.
Mis brazos la rodeaban amistosamente, para mí ella era como una hermana de verdad. Todo el salón se quedó en silencio, el sol penetraba por los grandes cristales del salón iluminando con alegría aquella habitación. La comida comenzó a enfriarse pero eso nos dio igual ya que Helena y yo continuábamos abrazadas.
–Esta tarde sabrás por fin que hacer.
–Eso espero –contesté.
–Pase lo que pase, haz lo que te diga tu corazón.
Asentí y me dirigí hacia la cocina para poder sentarme y comenzar a comer. Helena me siguió y comimos las dos juntas, hablando y riendo, aquella chica siempre sabía como hacerme sonreír ante todo. El tiempo pasó nuevamente rápido y cuanto más nerviosa estaba, Helena se tenía que ir porque había quedado con el hombre que quería comprarle los cuadros. Eran ya la seis de la tarde y yo estaba nerviosísima. Mike me mandó un mensaje diciendo que se lo había pasado genial hoy conmigo y con Helena y que cualquier día, si yo quería, el estaba dispuesto a quedar conmigo. La verdad es que ahora estaba empezando a fijarme más en aquel chico, era muy dulce y atento, quizá lo mejor sería quitarme la idea del otro chico del metro, no sabía nada de él, en cambio con Mike, sabía casi todo y la verdad es que ahora… me parecía maravilloso. Me di cuenta de que en un momento todo podía cambiar y así, por arte de magia, mi corazón estaba más alegre en cuanto pensaba en mi compañero de trabajo, Michael. Me tiré una hora tumbaba en la cama de mi habitación escuchando música y pensando en qué hacer, ahora no sabía si acudir a la cita, no sabía si sería aquel chico y tampoco sabía que decir, sólo tenía que agradecerle que me devolviese el bolso y ya está, solamente era eso, no podía haber nada más allí. Aquel chico no se enamoraría de mí a pesar de que yo estuviese locamente obsesionada con su mirada y su sonrisa radiante.
–En un momento me estoy dando cuenta de muchas cosas –me dije sin saber qué hacer.

Esta tarde será la ocasión de saber si siento algo más por aquel chico del metro o si al contrario, siento algo más por Mike. Deseaba que el chico del metro fuese el de esta tarde para así poder saber qué hacer. En mi MP4 no dejaba de sonar la canción de Kesha “Hungover”. Esa canción le encantaba a Mike, siempre que la ponían en la radio Mike subía el volumen y me la dedicaba con todo su corazón. La verdad es que no sé por qué antes no me había fijado en Michael, era todo muy extraño y repentino, así sin quererlo me estaba enamorando más y más de mi amigo y a la vez, estaba deseando cada vez más al chico del gorro gris.
–Es hora de que me vista, queda sólo una hora.
Cogí la ropa y me la puse poco a poco, la canción continuaba sonando ahora en mi móvil con el altavoz puesto. El tiempo afuera comenzó a cambiar poco a poco, cada vez se nublaba más pero por suerte, no había indicios de que fuese a llover. De repente la curiosidad de saber más sobre el chico del metro se desató. ¿Cómo se llamaría? ¿Qué gustos tendría? ¿Será amable o en cambio, será muy rudo y egoísta a pesar de haberme devuelto el bolso?
–Ya queda poco –susurré mirando el reloj de mi muñeca izquierda.
Cogí mi bolso, el que el chico me devolvió y metí mis cosas allí. El tiempo por una vez, corría despacio y como yo no aguantaba más decidí salir ya, mejor estar antes de la hora que llegar tarde. Cerré la puerta con llave y llamé al ascensor. Cuando estaba bajando me pararon en la planta tercera y se metieron al ascensor una pareja de novios envidiable. Me saludaron y bajamos los tres en el ascensor a la planta baja. Les observé felices y alegres, era como ya he dicho antes, envidiable. Nunca antes me había fijado en todo eso, por una vez creo que estaba empezando a saber que era ese sentimiento de necesitar a alguien a quien amar y obviamente, alguien quien te ame tanto como tu a él. Incluso mi hermana pequeña, con la que me llevaba mal, antes de todos nuestros problemas pude ver que ella era feliz amando y siendo amada, incluso por una persona de su mismo sexo, daba igual con quien fuese, mientras seas feliz y tu corazón te diga que así está bien, todo estará bien. El amor era para los enamorados, sean chicos y chicas o personas del mismo sexo. Pero a pesar de todo eso yo era incapaz de amar a nadie.
–Ya he llegado –pensé mientras me quedaba apoyada en una cabina.
Muchísima gente pasaba por allí, mayores, pequeños, adolescentes… Todo el mundo iba de un lado a otro, aunque unos con más prisa que otros. Mi móvil sonó y vi que era Mike quien me estaba llamando. Dudé si cogerlo o no pero al notar las mariposas en mi estómago no pude evitar cogerlo para escuchar su voz.
–Hola Mía –me saludó con dulzura.
–Hola Mike, ¿qué tal estás?
–Bien, sólo quería decirte que mañana no podrás escaparte, pienso invitarte a comer.
Una sonrisa se dibujó en mi rostro.
–Perfecto Mike. Me parece perfecto –dije con ternura.
– ¿Enserio? –se extrañó.
–Claro, mañana en el trabajo hablamos de todo. ¿Vale?
–Muy bien, hasta mañana entonces, cuídate, un beso.
Al decir eso sonreí de nuevo, me despedí y colgué. No me creía lo que me estaba pasando pero la verdad, es que me sentía muy bien con todo aquello, exceptuando algunas cosas, como por ejemplo, los nervios de conocer a aquel chico que estaba esperando ahora mismo. Fui a guardar el móvil en el bolso y entonces sin querer se me cayó al suelo.

–Mierda –dije.
Cuando me agaché observé que alguien se paraba delante de mí.
– ¿Necesita ayuda? –me preguntaron.
–No se preocupe, sólo se me ha caído el móvil al suelo –contesté recogiéndolo y sin mirar a aquella persona a la cara.
–De acuerdo –contestaron sin apartarse de delante.
Me quedé un poco pensativa, ¿por qué esa persona no se iba de ahí? Quedaban diez minutos aun para que el chico llegase así que el no podría ser. Cuando recogí todas las piezas del móvil desmontado me levanté y sin saber cómo me apoyé con el pie sobre una piedrecilla que había haciendo que cayese hacia delante. Cuando mi móvil volvió a caerse por mi desequilibrio alguien me agarró evitando que hiciese lo mismo que mi móvil.
–Gracias –dije sin mirar a aquella persona.
–De nada –contestó la misma voz que me ofreció ayuda cuando se me cayó el móvil.
Entonces no pude evitar mirar quien era esa persona. Sin saber cómo el tiempo para mí se detuvo.–Oh… –suspiré.
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Promesas bajo la lluvia: 4) De compras

by Natalia on Nov.22, 2009, under , , , , , ,

LA HISTORIA CONTINÚA, ¿TE LO VAS A PERDER?

Mi respiración se disparó. Me quedé atónita al ver al chico de metro andando en dirección contraria hacia nosotros, dentro de unos segundo pasaría al lado mío.
–No puede ser… –pensé con el corazón latiendo a tope.
– ¿Mía? –me dijo Helena acercándose a mi para ver que me pasaba.
Justo cuando Helena me agarró por los hombros para ver que me sucedía aquel chico pasó al lado nuestro.
–Era el… –murmuré mirándola a los ojos.
– ¿Quién?
–El chico del metro –contesté sin parar de mirarla.
–Mierda, no he visto a nadie porque me he fijado solo en ti para ver que te pasaba.
–Ha pasado aquí al lado de nosotras, ¿no le has visto? ¿no sabes si era el chico con el que he quedado esta tarde?
–Lo siento Mía. No he visto a nadie –se lamentó.
Mike se acercó preocupado y preguntó que ocurría.
–No pasa nada Michael, no te preocupes. Sigamos –dijo Helena mirando hacia atrás a ver si conseguía ver a aquel chico.
Durante un rato nadie dijo nada hasta que me di cuenta de que Michael podría sospechar algo sino decíamos algo ya así que me decidí a intervenir.
– ¿Tú vas a comprar algo? –pregunté absurdamente.
–No tenía pensado en comprar nada pero si veo algo pues me lo compraré –sonrió.

Le devolví la sonrisa y miré a Helena para que me ayudase a decir algo. Ella no tardó en sacar un tema de conversación. Cuando llegamos a Leicester Square sacamos los tickets de metro y nos adentramos en él.
–Oye Helena no entiendo como no nos han presentado antes, eres majísima –dijo Mike.
Helena sonrió y sus mejillas cogieron un color rosado.
–Gracias –volvió a reírse –yo también estoy encantada de conocerte por fin.
–Me vais a hacer ponerme mal. Lo siento por no presentaros antes, pero es que siempre teníais planes distintos –dije mirando al túnel del metro esperando que el los vagones llegaran.
–No te preocupes –me dijo Helena –sólo lo hemos dicho porque nos llevamos bien, no te estamos echando en cara nada –se preocupó pensando que me había enfadado.
–Tranquila –sonreí –me lo he imaginado.
–Me habías asustado –dijo ella abrazándome.
Mike nos dijo que se notaba que éramos muy amigas y que él antes tenía un amigo así pero que se fue a Nueva Zelanda con su novia y ya no sabe apenas nada de él.
–Seguro que encontrarás a algún amigo mucho mejor –dijo Helena sonriente.
–Amigo o amiga –dijo Mike.
Helena me miró de reojo y asintió.
–Si, amigo o amiga –repetí yo.
Llegamos ya a nuestra parada, allí bajamos del vagón y nos pusimos en marcha hacia GAP, en Oxford Street.
–Y pensar que vengo al mismo sitio que al que vengo para trabajar… –susurró Mike riendo.
–La verdad es que Mía está igual que tú –me dijo mi amiga riéndose.
–No podemos decir nada malo porque esta calle es muy buena –me defendí.
–Por supuesto –contestaron mis amigos.
Helena se separó un poco de nosotros para llamar al hombre que quería comprar sus cuadros, yo me quedé con Mike esperando a que terminase de hablar Helena en la entrada de GAP.
– ¿Entonces esta tarde tienes planes? –preguntó Mike.
Me puse colorada y asentí. Mike me preguntó que compromiso tenía esta tarde pero justo llegó Helena y evité la pregunta haciendo como que no había escuchado lo que me había dicho.
– ¿Vamos dentro? –dije con ganas de separarme de Michael.
Helena encontró toda la ropa que necesitaba, la encontró de todo tipo y me mandó a los probadores con un montón de ropa.
–Cuando te lo pruebes avísanos –dijo Helena cerrando la cortina de mi probador.
Ella se acercó a Mike y se puso a hablar con él. Había mucha gente ese día allí, la gente entraba y salía de los probadores continuamente. Me sentía incómoda en aquel probador, constantemente la gente se pasaba y movía la cortina mirando a ver si había alguien ocupando ese probador, tenía que estar todo el rato pendiente de que nadie me abriese la cortina. En cuanto acabé de probarme el primer conjunto llamé a Helena y ella vino con Mike a verme, yo creo que era el que mejor me quedaba pero Helena insistió en que me probase todo lo demás. Me di cuenta de que Michael no me quitaba el ojo de encima y eso me ponía un poco más nerviosa aun.
–Ya estoy lista de nuevo –dije para que Helena me escuchase.
– ¡Estás guapísima! –me dijo mi amiga al verme con una camiseta blanca ceñida, una falda negra y unos botines negros con un poco de tacón.
–A mi me gustaba más lo de antes, la camiseta me permitía respirar –dije con mi mano en mi estómago.
–Yo opino que estaba guapa de las dos maneras –dijo Mike.
–De gran ayuda tu opinión… –pensé.
–Yo creo que te debes quedar entonces con lo primero –dijo Helena.
–Estoy de acuerdo contigo –sonreí –me quedo lo otro.
Me metí de nuevo al probador y me puse mi ropa cogiendo lo que me llevaba en una mano y lo que no en la otra mano. Nos fuimos directamente a la caja cuando mi amiga vio un vestido de verano que le gustó y fue a probárselo corriendo, dejándonos a Michael y a mí solos en la cola de la caja.
–Vaya me gustan esas gafas –dijo Michael cogiéndolas y probándoselas.
–Te quedan bien –me limité a decir.
– ¿Tú crees? –preguntó el chico indeciso.
–Por supuesto –contesté intentando sonreír.
Eran unas gafas de motero oscuras y con las patillas plateadas. La verdad es que a Mike todo le quedaba bien, era un chico maravilloso aunque no podía fijarme en el por más que lo había intentado. No quería sentirme sola y él era el único chico que me hacía caso y que realmente se moría por mí pero a pesar de todo eso yo era incapaz de mirarle como a algo más que un amigo.
–Me las llevo entonces –dijo Mike cogiéndolas y sacando su cartera para pagar
Seguidamente llegó Helena sonriente y nos dijo que el vestido le quedaba genial y que le se lo compraba, al final todos compramos algo. Cuando pagamos los tres nos dimos una vuelta por la calle en la que trabajábamos Mike y yo, Oxford Street.
– ¿Os apetece ir a tomar algo? –propuso Michael.
–Podríamos ir a casa e invitarle a Mike a tomar algo –sonrió mi amiga.
– ¿Qué te parece Mía? –dijo Helena insistiendo.
–Me parece… genial.
– ¡Oh! Muchísimas gracias –agradeció el joven.
–De nada –contesté apenas sin voz.
No quería que Mike viniese a mi casa, no me sentía a gusto, era un chico ejemplar pero no sé por qué siempre me hacía distanciarme de él, no sé si por miedo a enamorarme o qué. Aunque ahora estaba más así con él por el tema del chico de ojos azules, no entendía que me pasaba con él si ni si quiera sabía si esta tarde volvería a verle aunque hacía unas horas mi miraba volvió a posarse en aquel chico del gorro gris.
–Te invitamos a tomar algo y si quieres puedes quedarte a comer, Mía hace una lasaña riquísima –me halagó Helena.
Me sonrojé y miré de reojo a mi amiga por estar complicándolo más todo. Ella se acercó y me dijo que hacía todo esto para que el chico se cansase de estar con nosotras y así por la tarde nos dejaría en paz pero no sé yo si eso era buena idea o no, porque a Mike le dabas la mano y te tomaba el brazo o eso al menos hacía conmigo. Pero por probar no perdíamos nada, mejor intentarlo que rendirse en el intento, ¿no? Así yo le dije a Mike que Helena tenía razón y que debería quedar a comer y éste dijo que sí sin rechistar.
–Esperar un momento –dijo Mike acercándose a una chica rubia y del mismo color azul que el cielo, pero claro está, que no era tan bonitos como los del chico del metro.
– ¿Quién es esa? –me preguntó Helena.
–No lo sé –contesté dubitativa –es la primera vez que veo a esa chica.

Esperamos a que Michael terminase de hablar con la chica esta, cuando finalizó nos dijo que era una prima suya. Entonces continuamos el paseo hasta nuestra casa. Las calles estaban más alegres en el día de hoy ya que hacía un sol espléndido, era el primer domingo de mes y la gente paseaba con bolsas en las manos, entraban y salían constantemente de todos los bares y muchísima gente viajera estaba visitando la ciudad. Era sinceramente, una ciudad con vida propia.
–Ya hemos llegado –dije al cabo de todo el paseo cuando estaba abriendo la puerta del portal.
Abrí con delicadeza para que la llave me abriese a la primera y así Mike no vería que a veces, soy un poco torpe.
– ¿Por qué me preocupo tanto en no hacer el ridículo delante de Mike? Si a mi el no me gusta… –pensé.
–Ponte cómodo –le ofreció Helena a Mike.
–Gracias –contestó el chico sentándose en el sofá educadamente.
Yo me fui a la habitación a recoger mi móvil ya que se me había olvidado cogerlo y había estado toda la mañana sin él. Miré a ver si tenía alguna llamada pero cómo era de costumbre, nadie me había llamado ni mandado un SMS.
– ¿Qué te apetece tomar? –preguntó Helena a nuestro invitado.
–Pues un vaso de agua, por favor.
– ¿Vaso de agua? No seas así, ¿quieres una cerveza? –preguntó de nuevo mi amiga.
–Bueno, está bien. Muchas gracias –sonrió.
Dejé mi móvil en mi chaqueta y ésta la puse en el perchero de la entrada. Fui seguidamente a la cocina a ayudar a Helena por si necesitaba que le echaran una mano pero ella se negó y me mandó al salón para estar con Michael. Y así, nuevamente, me moría de vergüenza.
– ¿Qué te parece el apartamento? –pregunté absurdamente.
–Está bien y las vistas son muy bonitas –dijo asomándose por la ventana.
–La verdad es que es lo más bonito, creo yo –sonreí.
–Bueno, en el apartamento también hay cosas bonitas.
– ¿Cómo qué? –pregunté con curiosidad.
–Tú.

Me lamenté de haber preguntado aquello, ahora no sabía que decir y noté como poco a poco, mi cara se ponía más roja y ardiente. Me moría de vergüenza tan solo con estar ahí con él y ahora, después de haber escuchado eso, ya si que no sabía dónde meterme para encontrarme a gusto y no con vergüenza. Mi amiga Helena se acercó y nos vio a los dos sin saber que decir ya que Mike, esperaba a que yo le diese una respuesta a aquella objeción pero, de nuevo, deseaba que la tierra me tragase. Mike tenía una cara un poco triste al no obtener respuesta y Helena cada vez la veía más enfadada ante mi poco tacto con Michael. Mis nervios estaban desatadísimos pero conseguí amarrarlos un poco y contestar a Mike.
–Gracias –conseguí decir tras todo ese tiempo en silencio y malas vibraciones.
–De nada –dijo con la cabeza a gachas.Helena me miró con rabia y se sentó en el sofá invitándonos a tomar lo que nos había servido. Una vez Helena con nosotros, el ambiente se tranquilizó pero yo no dejaba de pensar en el daño que le podía estar causando a Michael con mi arrogancia.
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Promesas bajo la lluvia: 3) Nervios

by Natalia on Nov.22, 2009, under , , , , , ,


TERCER CAPÍTULO DE "PROMESAS BAJO LA LLUVIA" ¿TE LO VAS A PERDER?


Cuando la película acabó Helena se quedó un rato sentada en el sofá mirando una revista que teníamos en la mesa. Yo recogí aquello y me fui a poner el pijama a la habitación. En el apartamento solo teníamos un salón, la cocina, un baño y una habitación. La habitación era amplia pero no tanto como nos gustaría para estar dos personas ahí metidas. Las cortinas eran lilas con rayas blancas. Las camas eran iguales, incluso las colchas y las sábanas. La cama de Helena estaba pegada a la pared del fondo y tenía un peluche muy grande encima de la cama. La mía pegada a la pared de la ventana y no tenía nada, ni peluches ni nada de eso.
En las paredes había algún que otro poster y fotografías. Los posters que había eran de personajes famosos como Jonny Deep o Taylor Launter. Eso estaba en la pared de Helena, en mi pared había muchísimas fotografías de mis amigos de América y como no, fotografías de Helena y Michael aquí en Londres.
Me puse un pijama azul oscuro que tenía y me fui de nuevo al salón con Helena.
–Yo creo que me voy a ir a dormir dentro de poco. Estoy muy nerviosa por lo de mañana.
–La verdad es que yo también lo estaría –me dijo mi amiga.
–Tengo miedo de estropearlo todo –me entristecí.
–No lo harás –me animó Helena.
–Y también me preocupa que no sea el chico que encontré en el metro… pero es que es tanta coincidencia…
–A veces la vida nos sorprende.
Me quedé pensando en esas palabras y al final abracé con ternura a mi amiga.

–Muchas gracias por todo –le dije al oído mientras la abrazaba.
–Siempre haré todo lo que esté en mi mano para poder ayudarte –me contestó.
Me separé de ella, sonreí y me fui a la cama a esperar a que llegase el día de mañana. Helena se quedó un poco más en el salón viendo el telediario y al poco rato después entró en la habitación intentando no hacer ruido para no despertarme si estaba dormida.
–No te preocupes, no me vas a despertar –dije.
– ¿Qué haces que no estás dormida? Tendrías que descansar.
–Ya lo sé… pero no puedo pegar ojo.
–Me imagino… bueno mañana por la mañana salimos a dar una vuelta por ahí y me presentas al amigo tuyo que te ha traído hasta aquí. Que llevamos mucho tiempo aquí y todavía no le conozco –rió.
–De acuerdo. Ahora le mando un SMS y esperemos que pueda quedar por la mañana.
–No es por meterme donde no me llaman pero… ¿A Michael le gustas no es así?
– ¿Cómo dices eso si ni si quieras le conoces?
–Sólo con conocerte a ti se todo sobre los demás.
–Eres alucinante de verdad Helena, no se te escapa una –dije mordiéndome el labio para no hablar más de la cuenta y decir que era verdad aquello que ella estaba afirmando.
– ¿Y cómo es que no le has dicho nada? Si siempre me dices que es muy majo, guapo, atento, amable…
–Es todo eso y más pero… no consigo fijarme en él, sólo le veo como a un amigo más.
–Eso le debe de partir el corazón…
–Pero yo no tengo la culpa. No puedo estar con alguien a quien no quiero –me entristecí.
Helena se acercó a mi cama y se sentó en el borde.
–Lo se amiga mía por eso mañana vamos a quedar con Michael en plan amigos y por la tarde te armarás de valor e irás a ver al chico que tanto te tiene sorbida el coco.
– ¿Tú vas a quedar con el hombre que quiere comprarte los cuadros? –esquivé el comentario que había dicho mi amiga.
–Si. Le llamaré por la mañana.
–Muy bien, te deseo suerte pintora.
–Y yo a ti chica enamorada –me dijo mientras me daba en la nariz con su dedo índice.
Se separó de mi cama y se metió en la suya después de ponerse un pijama beis. Le deseé buenas noches y ella me contestó deseándomelas a mí también. Ella pronto se durmió o eso creo, yo por el contrario estaba dando mil vueltas en la cama. No era capaz de conciliar el sueño, tenía mucho miedo y ahora no paraba de pensar en Michael, si él se enteraba de algo sobre el chico de ojos azules seguro que se molestaría. Sobretodo porque me había “enamorado” de él sin haberle conocido antes después de todo lo que ha hecho Mike por mí. Estaba realmente preocupada por todo eso, no quería perder la amistad que tenía con Mike pero estaba deseando ir al encuentro que tenía con el chico del metro, la verdad es que estaba también preocupada por si aquel chico no era el que yo deseaba que fuese pero las palabras de Helena retumbaban aun en mi cabeza “a veces la vida nos sorprende” y eso me hacía tener la esperanza de que ese chico apareciese a la cita en Hyde Park mañana a las ocho de la tarde.

Las horas pasaron y yo continuaba pensando en todo ese lío que se había formado en tan solo dos días. No quería pensar en qué podía pasar si conocía a aquel chico y si Michael se enteraba de todo esto. Al final el cansancio pudo conmigo y me quedé dormida.
Me desperté a las seis de la mañana. Helena continuaba dormida en la cama con las sábanas casi en el suelo.
–Ésta chica… –dije con una sonrisa en la cara evitando reírme.
Anduve a paso lento hasta el salón para no despertar a mi amiga. Cuando llegué allí cerré la puerta de la habitación y ya pude andar con más soltura. Mientras preparaba el desayuno estuve pensando en qué ponerle en el SMS a Michael. Al final ya se me ocurrió que ponerle para que no pensara cosas que no eran y cogí mi móvil y comencé a escribir el SMS.

Buens días Mike! Spero no despertart. Qería decirt qe si qerías qedar hoy x la mñn. Mi amiga Helena y yo vamos a ir a dar una vuelta y ns preguntams si qerías qedar. Cntesta xfa. Un bso!

Cuando lo escribí le di a enviar. La verdad es que quería pero no quería quedar con él. No sabía por qué pero ya no podía hacerle nada, el mensaje ya se había enviado.
–Buenos días chica enamorada –me dijo con sueño Helena.
– ¿Tú no te cansas no? –me reí.
–Si no estuviese cansada no tendría esta cara ahora… –dijo frotándose los ojos.
–Te he preparado el desayuno –le dije sirviéndoselo en la mesa de la cocina.
–Gracias.

Desayunamos juntas ya que yo había perdido tiempo mientras mandaba el mensaje. Se lo conté a Helena lo que le había puesto y lo que había pensado sobre el tema de no decirle nada a Michael sobre lo del chico de ojos azules, ella me prometió no decirle nada porque ya sabíamos que ella podría decir algo sin querer ya que habla muchísimo y a veces sin pensar.
–Oye Helena, ¿cómo sabré si es él con el que he quedado? Me refiero a que si hay algún otro chico con esas características ¿cómo sabré si es él?
Ella se rió a la vez que tragaba por ello se atragantó. Cuando se le pasó la tos pudo hablar.
– ¡De eso ya me ocupé yo también!
–Yo no se como lo haces de verdad… –dije apoyando mi cabeza sobre mi mano derecha que estaba apoyada ésta sobre la mesa.
–Le dije que llevarías una falda negra con una camisa blanca y una chaqueta del mismo color que la falda –me explicó.
Yo me quedé asombrada. Eso quería decir que era él el que tenía que reconocerme a mí.
– ¡Pero yo no tengo nada de eso!
– ¿Por qué crees que quiero salir ahora contigo? Vamos a ir de compras y no me digas que no porque sé que tienes dinero ahorrado. Lo vi el otro día en tu mesilla.
–Sigo diciendo que no sé cómo haces todo esto… siempre lo tienes todo controlado, por cierto, ¿qué hacías mirando mi dinero? –dije con voz de enfadada a pesar de no estarlo.
–No voy a mentirte, quería robarte.

Mis ojos se pusieron como platos y de pronto mi compañera comenzó a reírse.
–Me encanta tomarte el pelo Mía –continuaba riéndose.
–Un día te vas a enterar –la amenacé.
–Pero hasta que llegue ese día yo seguiré haciendo de las mías –me vaciló.
–Te odio –dije de broma.
–Yo a ti más –contestó mientras se acercaba para darme un abrazo.
–Espero que tengas suerte esta tarde –me deseó.
Helena se quedó recogiendo el desayuno y me fui al baño a ducharme cuando al cabo de poco tiempo mi amiga llamó a la puerta del baño.
– ¿Qué pasa? –pregunté.
–Te han mandado un mensaje.
–Vale, ahora lo miraré cuando salga.
–Es de Michael.
–Vale –contesté mientras seguía duchándome.
–Dice que vale. Que vendrá a buscarnos a las diez.
– ¡Helena deja de cotillear mis mensajes! –grité desde la ducha sin evitar reírme. –Ésta chica puede conmigo –me carcajeaba.
Mi amiga no me contestó pero di por hecho que había contestado el mensaje. Cuando salí estaba ella esperando para ducharse y justo me comentó que le había contestado.
–Recuérdame que tengo que matarte –vacilé pasándome el dedo por el cuello simulando una decapitación.
–Te lo recordaré –me guiñó un ojo.

Me vestí con una falda vaquera y unos botines negros para que me pegaran luego con la ropa que me iba a hacer comprar Helena. También me puse una camiseta de tirantes blanca con una camiseta más ancha encima de color negro. Me dejé el pelo suelto y me lo alisé.
Helena salió del baño y se puso unas zapatillas DC blancas y azules con un vaquero más ancho y una sudadera blanca. Y tengo que decir que esa ropa no era suya sino mía, le gustaba mucho ponerse mi ropa porque decía que le quedaba mejor que la suya propia.
–Son las nueve y media, tenemos media hora para tranquilizarte –dijo mi amiga sin parar de dar vueltas por la habitación.
– ¿Tranquilizarme? ¡Pero si la que no se está quieta eres tú! –me reí.
Me miró de reojo y guardó silencio.
–Será mejor que llames a tu cliente, espero que te compre varios cuadros –le dije.
–Quedó en llamarme el hoy pero si no lo hace le llamaré yo más tarde.
–Llámale ahora y así te lo quitas de encima.
–Está bien –me dijo mi amiga cogiendo su móvil.
Se sentó en la cama y comenzó a hablar con el hombre que quería comprarle los cuadros. Yo me fui a mi sitio preferido de la casa, la ventana del salón donde podía sentarme en una repisa para poder contemplar mejor las vistas estupendas de aquel apartamento. Hoy el sol iluminaba todas las calles de Londres y la gente iba incluso en manga corta. No había apenas nubes en el cielo y se podía apreciar un color azul precioso en éste. Un color azul tan bonito que me recordó muchísimo a los ojos del chico que ni si quiera sabía todavía como se llamaba. Estaba bastante nerviosa por todo aquello y ahora lo que me tenía comida la cabeza era el que yo no sabía quien sería él pero él si sabía quien sería yo. ¿Cómo tenía que reaccionar cuando le viese? Esa pregunta no me dejaba tranquila.
–Hoy vas a tener buen día así que no podrás meterte bajo el mismo paraguas que el chico que te gusta –me dijo Helena interrumpiéndome los pensamientos.
– ¿Pero qué dices?
–Lo que oyes, yo no te dejaría llevarte el paraguas así no te quedaría otra que meterte con él bajo su paraguas.
–Helena es que tienes cada cosa… –me reí.
Ella me sonrió y se sentó para ponerse bien las zapatillas en el sofá negro que teníamos. Yo me quedé donde estaba y continué mirando por la ventana hasta que alguien llamó al telefonillo del apartamento.
–Voy yo –dije.

Cogí el telefonillo y me contestó Mike, ya estaba allí. Quedaban diez minutos para la hora prevista pero él no quería llegar ni un minuto tarde entonces llegó antes de tiempo.
–Ahora bajamos –contesté.
–Dile que suba –me dijo Helena mientras levantaba una ceja.
– ¿Qué dices? –me enfadé mientras colgaba.
–Pobre chico. Seguro que quería subir.
– ¿Para qué? Ya bajamos nosotras –contesté mosqueada.
–Para estar aquí contigo.
–Helena ¿tú que quieres? ¿Qué esté con el chico de esta tarde o con Mike? –pregunté desconcertada.
–Elige tú, yo solo te lo pongo todo en el plato.
La ignoré y abrí la puerta.
–Vamos anda –dije sacando las llaves para cerrar.
Helena salió rápido y eché la llave. El ascensor no tardó en llegar y rápidamente llegamos a la planta baja.
–Buenos días –dijo Mike saludándonos con dos besos a cada una.
Eso me extrañó muchísimo porque Michael jamás me había saludado así, no se si sería por vergüenza o algo pero hoy había hecho algo nuevo conmigo.
–Helena éste es Michael –presenté.
–Encantada –dijo ella sonriendo.
–Mike ella es Helena –terminé la presentación.
–Mucho gusto –contestó el joven.
–Bueno, vayamos de compras –dijo Helena poniéndose en marcha hacia Leicester Square.
Helena se puso a un lado de Mike dejándome a mí a su otro lado. Michael no paraba de hablar con las dos y eso me parecía extraño en el ya que nunca hablaba tanto conmigo, creo que con Helena ahí se sentía más seguro y no tenía tanto miedo a meter la pata conmigo.
–Oye Mía, ¿qué os vais a comprar? –preguntó Mike.
–Pues una camisa blanca y una falda negra –contesté.
–Y no olvides la chaqueta –dijo Helena.
– ¿Y tú Helena? –preguntó de nuevo Michael.
–Yo nada. Voy a acompañar y aconsejar a Mía –rió.
Yo me sonrojé y miré hacia el frente. Sin previo aviso me quedé parada de golpe.– ¿Qué pasa Mía? –preguntaron mis amigos
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Promesas bajo la lluvia: 2) Momento inesperado.

by Natalia on Nov.22, 2009, under , , , , , ,

SEGUNDO CAPÍTULO DE "PROMESAS BAJO LA LLUVIA" ¿TE LO VAS A PERDER? ;)

Ya estábamos a dos paradas de la mía. Yo seguía sin hablar y Mike estaba cada vez más inquieto por la tensión que le producía el no saber que decir.
–Eh Mía… si mañana te apetece y te encuentras un poco más animada podríamos quedar otra vez. Para comer o algo.
Miré a Mike y le asentí con la cabeza.
–Te llamo mañana y te digo.
–Muy bien –se limitó a contestar mi compañero de trabajo Michael.
Anunciaron mi parada y eso me hizo bajar de las nubes.
–Te acompaño –me recordó Mike.
–Muchas gracias de verdad, siento estar hoy tan poco animada pero el perder el bolso por tercera vez y el estar tan cansada por el trabajo me deja sin palabras. Lo único que me hace ponerme un poco más contentilla es lo de Helena. Que suerte ha tenido –sonreí.
–Si, la vedad es que Helena tiene que estar orgullosa.
–Es una gran chica, se lo merece.
Michael abrió su paraguas y nos protegimos de la lluvia que comenzaba a caer de camino a mi apartamento.
–Gracias por acompañarme hasta aquí Mike. Siento hoy haber estado tan rara.
–No te preocupes –me dijo mientras me tocaba la mejilla con su mano derecha ya que la otra mano la tenía ocupada sujetando el paraguas.
–Te debo una. Así que cuando se me pase lo que quiera que me pase quedamos y te invito al cine o algo –sonreí sabiendo que le haría muy feliz aquello.
– ¿De veras?
–Si. Te lo prometo –volví a sonreír dándole un beso en mejilla.
Michael se sonrojó y cuando fue a devolverme el beso yo me puse la capucha de mi chaqueta y me fui hacia la puerta de mi apartamento.
–Nos vemos Mike –me despedí.
El chico estaba un poco desconcertado pero a pesar de evitar su beso el continuó con su sonrisa radiante y me despidió con la mano.
–Nos vemos preciosa –le leí los labios ya que lo dijo sin voz.
Entré en el portal y me quité la capucha. Pulsé al ascensor y tardó muy poco en llegar. Me monté y pulsé el número el diez, la última planta del edificio. Cuando llegué miré mi móvil y había dos llamadas de Helena. La verdad es que aunque hubiese perdido el bolso no pasaba nada porque el móvil, las llaves y la cartera los llevaba siempre encima ya que era de costumbre que perdiera el bolso. Éste solo lo llevaba para guardar algún periódico que me comprase, algún libro o el MP4. La verdad es que llevaba el bolso más bien para hacer bulto y así si me lo robaban no se llevarían gran cosa.
–Mierda no me he dado cuenta de que me ha llamado –dije al ver sus llamadas.
Entré en casa y vi a Helena detrás de la puerta, de pie como una estatua.
– ¡Helena! Qué susto me has dado. ¿Qué haces ahí?
–Esperándote boba. ¿Por qué no me has cogido el teléfono?
–Lo siento pero quedé con Michael y no me di cuenta del móvil. Lo tenía en silencio y acabo de ver las llamadas. ¿Qué querías, era algo sobre el hombre este que pregunta sobre tus cuadros?
–Ahora eso es lo de menos –me contestó rápidamente.
– ¿Qué sucede Helena? Me estás poniendo nerviosa.
–Mira –dijo mientras corría al salón a por una cosa.
Me adentré poco a poco en el salón y vi a Helena cogiendo mi bolso.
– ¡Vaya! ¿Lo has encontrado? Muchísimas gracias Helena pero… creo que eso no es motivo para estar así ¿no?
–Eso quiero decirte pero no me dejas porque no paras de hablar.
Puse los ojos en blanco y me reí.
–Bueno quizá sea yo la que no pare de hablar pero ahora eso no importa. ¿Sabes quién me ha dado esto?
– ¿No lo has encontrado tú?
– ¡No!
– ¿Entonces? –pregunté nerviosa.
–Lo ha traído un chico guapísimo –gritó Helena.
Yo me empecé a reír. ¿Qué más daba que lo hubiese traído un chico guapo? No se donde quería ir a parar mi compañera y amiga Helena.
– ¿Y qué pasa con eso Helena?
–Que ese chico es igual que el chico que me describiste ayer –explicó.
Mi corazón empezó a latir más y más deprisa.
–Bueno pero… habrá muchísimos chicos con esa descripción –contesté hábilmente.
– ¿Y qué lean también el libro de “Romeo y Julieta”?
De nuevo mi corazón volvió a latir con más fuerza haciendo que mil mariposas corrieran de un lado a otro dentro de mi estómago.
– ¿A quién se le ocurre apuntar su dirección en un trozo de papel y dejarlo dentro del bolso? –me preguntó Helena con burla.
– ¡Oh! Ese papel era para Selena. Una compañera el trabajo que me quería mandar cartas cuando se fuese de aquí. Éste es su último año entonces como a ella no le gusta Internet me pidió que le diese eso –le expliqué a mi burlona amiga.
–Eso ahora da igual lo importante es que él chico ha venido aquí.
– ¿Y si fuese él qué más daría? No volveré a verle.
–Le he pedido su número –dijo rápidamente Helena para que no la entendiese bien a la vez que me daba la espalda para evitar mis gritos pero aun así no lo consiguió.
– ¡¿QUÉ HAS HECHO QUÉ?!
–Eres una desagradecida. Encima que te consigo su número…
Me senté en el sofá a recapacitar. Esto se pasaba de castaño oscuro, no podía entender cómo había sucedido todo eso, era algo increíble.
–Ah y hay algo más… –dijo rompiendo el silencio Helena.
Mis ojos se posaron en ella sabiendo que algo más había hecho y eso me cabreaba muchísimo más. Empecé a ponerme de pie para tirarme a por ella para hacerla pagar por lo que había hecho aunque a pesar de todo, le estaba muy agradecida.
–Le dije que quedabais mañana en Hyde Park.
–Se acabó, ¡te mato Helena! –dije abalanzándome sobre ella.
Comencé a hacerla cosquillas ya que era su punto débil. Ella no paraba de intentar separarse de mí pero yo continuaba y continuaba.
–Desagradecida –reía.
–Mal nacida –contesté entre risas.
–A las ocho en Hyde Park –continuó diciendo.
– ¡HELENA!
–Encima que te hago ese favor… –me miró de reojo mi amiga.
– ¡Pero yo no se si es el chico que me encontré!
–Bueno pues si no es así te quedas con este y así te olvidas de ese chico.
– ¿Olvidarle? Pero si a mi no me gusta ese chico.
–Yo no he dicho nada de gustar querida –me dijo poco a poco Helena.
Me sonrojé y Helena se rió.
–Ya veo… no te gusta ¿eh? Tu verás lo que haces pero yo creo que es mejor no mentirte a ti misma, cuanto antes sepas si te has enamorado o no podrás reaccionar ante esa situación.
Decidí guardar silencio. Me quedé sentada en el sofá con las piernas encogidas y mirando a la nada. Helena preparó unas palomitas y puso la película que tanto me gustaba ver.
–Venga Mía, disfruta de la película y deja de pensar en esto ahora –me dijo Helena apoyando su cabeza en mi hombro.
–Gracias por… por todo Helena. Siento haberte dicho que has hecho mal pero si es él el chico… te lo agradeceré siempre.
Ella me guiñó un ojo y nos arropamos con una mantita para ver la película a gusto. La película por muchas veces que la hubiese visto me seguía haciendo reír e incluso llorar. Yo amaba la canción que salía en la película. La canción era “When you say nothing at all” de Ronan Keating. Siempre que tenía ocasión la escuchaba.
–Oye… tú sabes si él… dijo que si a lo de darte el número y a lo de quedar ¿de buenas maneras?
–Claro que si. El tenía una sonrisa increíble en la cara –se rió Helena.
Yo sonreí y miré hacia la pantalla cuando de repente volví a interrumpir.
–Oye Helena, ¿qué vas a hacer con el hombre que quiere comprarte los cuadros?
–Pues enseñarle todos y que me compre los que más le guste. La verdad es que sigo sin creérmelo y con esto que ha pasado de tu bolso no he tenido tiempo de pensar en ello pero bueno, no importa tanto. Lo mío solo es dinero, lo tuyo puede ser una felicidad para siempre.
– ¿Qué sentimental te has vuelto no? –me reí.
–Es lo que tiene echar de menos a la persona que amas.
– ¿Vas a ir a verle este verano?
–Ojala pudiese. No tengo dinero apenas, aunque si este hombre me compra varios cuadros a lo mejor puedo conseguir algo para ir a verle.
– ¿Él no puede venir verdad?
–No… el allí no trabaja. Sus padres le mandan el dinero muy justo siempre –se entristeció.
–Pues entonces véndele los cuadros a ese hombre y consigue el dinero –la animé abrazándola –si ya ha venido alguien preguntando por tus cuadros seguro que vienen muchos más.
–Ojala sea así Mía –sonrió mientras miraba en la pantalla del móvil la foto de su novio.
–Venga, vamos a seguir viendo la película –dije quitando el pause.
La película continuó y las palomitas se acabaron rápido. El bol se quedó encima de la mesita que había enfrente del sofá. La televisión era vieja pero la película se veía genial. El ruido del aire y la lluvia golpeaba con fuerza las ventanas amplias del apartamento. De pronto la canción de Jason Derülo, “Whatcha say” empezó a sonar haciendo que el móvil de Helena se iluminase y vibrase.
–Es Antonio –me dijo con alegría.
Me limité a esbozar una sonrisa y continué viendo la película sola ya que Helena se había ido a hablar con su novio, Antonio. Pasaron veinte minutos cuando Helena apareció de nuevo en el salón dejando el móvil en la mesita.
– ¿Qué parte me he perdido? –preguntó.
–La de cuando Anna (Julia Robets) le lleva el cuadro a William (Hugh Grant) y le dice que le quiere.
– ¿Cuándo él la rechaza?
–Si –asentí.
Ya quedaba poco para que la película finalizase pero ese tiempo se me hizo intenso. Como ya dije, la película la había visto mil veces pero aun así me parecía interesante cada momento. Cuando quise darme cuenta la lluvia había cesado pero el viento continuaba susurrando por las calles de Londres. Era pleno verano pero no se podía evitar las lluvias en esta ciudad.
La película ya estaba acabando, quedaban diez minutos exactamente. Helena se agarró a la manta y sus ojos se humedecieron.
– ¿Vas a llorar? –vacilé.
– ¿Tú no? –me contestó también de modo vacilón.
–Si… –le dije.
–Pues yo no –me sacó la lengua y me sonrió –Esta película es bonita.–Así es –contesté dejando caer unas lágrimas cuando salió la escena en la que William y Anna salían en el banco, William sentado y Anna tumbada acariciando su vientre el cual estaba engendrando a su hijo.
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Promesas bajo la lluvia: 1) Aquellos ojos...

by Natalia on Nov.22, 2009, under , , , , , ,

AQUÍ OS DEJO EL PRIMER CAPÍTULOS DE "PROMESAS BAJO LA LLUVIA" :)

La tarde se me hacía eterna en estos metros. La gente no para de salir y entrar, todos los asientos estaban ocupados y pocos espacios quedaban libres para la gente que entraba nueva al vagón. Yo estaba de pie al lado de una de las puertas, tenía que agarrarme bien ya que las oleadas de gente me empujaban continuamente.
Una señora mayor entró y se sentó en un asiento que una joven le había cedido, al seguir con la mirada a esa señora no pude evitar fijarme en un chico que estaba al lado sentado. El chico leía un libro de Shakespeare, el libro titulado “Romeo y Julieta”.
–Buen libro –pensé.
Seguí mirando a aquella persona. Llevaba un gorro gris pero su pelo negro azabache podía apreciarse perfectamente ya que asomaban por el borde del gorro. Sus ojos se posaban en las páginas de aquella fantástica historia. Cuando de repente se escuchó las palabras de “próxima parada Hammersmith” y aquel chico levantó la mirada a la vez que cerraba el libro. Me quedé atónita ante aquellos ojos azules. Eran pura belleza.
–Increíble –pensé de nuevo para mis adentros.
El chico de ojos azules se dirigió hasta donde estaba yo haciendo que, tuviese que apartar la mirada de él. Se colocó a mi lado y cuando las puertas se abrieron el chico del gorro gris desapareció entre la multitud. Me agarré de nuevo con fuerza esperando a la próxima parada, la mía.
Llegué a mi apartamento, el cual compartía con una amiga. Ésta era más alta que yo, 1, 73 creo que medía mi amiga. Ella tenía un pelo castaño y ondulado por los hombros. Sus ojos eran verdes pero no eran ni la mitad de hermosos que los del chico del metro. Yo era más bajita que ella, un poco más pero lo era. Tenía un pelo rubio oscuro y por debajo de los hombros. Mis ojos eran de color almendrados.
El apartamento que teníamos mi amiga y yo estaba en enfrente del Big Ben, la verdad es que las vistas que teníamos eran impresionantes. Era un apartamento pequeño pero acogedor. Esta tarde, cuando llegué al apartamento mi amiga estaba pintando un cuadro muy moderno, dando brochazos a todo el lienzo.
–Muy bonito ¿eh? –dije.
–Que graciosa –contestó Helena.
–Es verdad. Es muy original.
–Si no te conociese diría que lo tuyo no son las palabras pero como se que te gusta tanto tener un libro entre manos se que aquí ocurre algo –explicó.
– ¿Qué ocurre algo? Será que no entiendo de arte…
–No boba, que a ti te ha pasado algo hoy.
– ¿A mí? A mí no me ha pasado nada.
–No me engañes Mía que te conozco.
Mi amiga tenía razón. No había parado de pensar en aquel chico desde que le vi. Tenía algo que me hacía pensar en él constantemente. Desde que le vi no había parado de pensar en sus ojos, en su cara, en su sonrisa…
– ¿Mía? –dijo Helena chasqueando sus dedos delante de mi cara para ver si salía del trance que me tenía embelesada.
– ¿Qué? –me sobresalté.
–Que me cuentes que ha pasado hoy –finalizó mi amiga sentándome en el sofá que tenía justo detrás.
– ¿Has conocido a alguien? A que es eso. Seguro que es eso, apuesto lo que quieras a que es eso.
–Tranquilízate Helena, tampoco ha sido para tanto lo que me tiene ensimismada.
– ¡Lo sabía! –gritó mi amiga saltando en el sofá.
–Pero Helena, tranquilízate –me sonrojé.
Mi amiga se sentó ya tranquila a mi lado y le conté lo que me había pasado.
–Entonces me estás diciendo que te has quedado pillada por un tío que lo más seguro es que no le volverás a ver, ¿no?
–Yo no he dicho que me haya quedado pillada, sino que no paro de pensar en él.
–Ya… no te has quedado pillada por él… ¿Y qué más? Me apuesto lo que quieras a que tengo razón.
– ¿En qué, en qué no volveré a verle o en que me he colado por él?
–En todo.
–Venga ya Helena. No le conozco, no puedo enamorarme de alguien que no conozco, solo le he visto y es guapo, ya está.
Helena levantó una ceja y decidió zanjar la conversación. Se fue frente a su lienzo y volvió a dar brochazos contra él. Yo me fui directa a la cocina para preparar algo para cenar.
Después de todo eso Helena llamó por teléfono a su novio, que se encontraba en Gales estudiando ingeniería. Yo por el contrario, no quería hablar con nadie. Me senté al lado de la ventana del salón y contemplé la lluvia desde dentro del apartamento. Las gotas golpeaban el suelo de aquellas calles. Aquel momento melancólico me hizo ver que a pesar de no conocer a ese desconocido sentía mariposas en el estómago al pensar en él.
La noche concluyó rápido y la mañana llegó más pronto de lo que esperaba. Ya tenía que irme a trabajar. Estábamos en verano pero yo necesitaba ahorrar dinero para pagarme los estudios en la universidad. Helena ganaba dinero vendiendo sus cuadros y yo por desgracia tenía que moverme en metro de lunes a sábado para llegar al Starbucks de la calle Oxford Street. La verdad es que había muchísimos Starbucks en aquella inmensa calle pero yo estaba en el Starbucks de al lado de Gap.
Desayuné y me despedí de Helena.
–Hasta luego –me despedí.
–Adiós chica enamorada –me respondió mi compañera de apartamento.
–Mira que es mala –pensé a la vez que me reía.
Llegué al metro y por suerte, estaba el vagón casi vacío. Mire a todos lados por si acaso estaba aquel chico allí. Pero por desgracia no estaba. Me senté y guardé silencio hasta que llegué a mi destino. Allí me bajé a prisa ya que el tiempo se me echaba encima. El tiempo en el metro parecía correr más de la cuenta. Cuando estaba apunto de salir de la boca de metro tanteé mi bolsillo y cogí el billete. Cuando salí del todo de aquel reloj del tiempo fui a coger mi bolso y vi que no lo tenía. Lo había olvidado en el metro.
Preocupada me dirigí hacia el trabajo ya que era imposible encontrar mi bolso. Cuando llegué estaba mi compañero atendiendo a los clientes.
–Llegas tarde –me reprochó de buenas maneras.
–Lo siento Michael pero he perdido el bolso en el metro y eso me ha hecho perder un poco más de tiempo.
–Tienes que tener más cuidado, es el tercer bolso que pierdes en este mes.
Me golpeé la frente con la mano y me dije a mi misma que era verdad. Estaba hecha un desastre.
–No sé donde tendrás la cabeza pero céntrate cuanto antes.
Al decirme eso me puse al lado suyo para seguir atendiendo a los clientes.

–Oye Mía… –me dijo Michael de repente.
–Dime Mike.
–Esta noche… ¿tienes planes? Es sábado y pensé que a lo mejor te apetecía ir a dar una vuelta por ahí y tomar algo.
–Oh… muchas gracias por la invitación pero la verdad es que tenía ganas de irme a casa y ver una película tranquilamente.
–Vaya… bueno… pues si eso mejor otro día –se entristeció.
–Pero bueno por ir a tomar algo primero no pasa nada –sonreí.
– ¿De verdad? Pues entonces cuando acabemos nos vamos a tomar algo –dijo con voz nerviosa Michael.
–Muy bien –volví a sonreír.
Michael era un chico muy simpático, atento y guapo pero nunca me había fijado en él. No se por qué pero no me atraía, solo era un amigo. Mike tenía el pelo corto y rubio y unos ojos verdes muy bonitos la verdad, pero no tan bellos como los del chico del gorro gris.
Yo era una chica Americana, nacida en Nueva Jersey, me vine a Londres a estudiar con mi amiga Helena, la cual venía de Italia pero que conocí en un viaje que hicimos a España allí la conocí y desde entonces hemos mantenido el contacto e incluso, varios años en verano ella venía a mi casa y yo a la suya. Michael por el contrario era nativo de aquí.
Cuando pasó el almuerzo y varias horas de la tarde entraron un grupo de quinceañeros armando mucho jaleo. Por desgracia tuve que atenderles yo e incluso tuve que aguantar sus palabrerías y groserías.

–Vaya con los niños ¿eh? –me dijo Mike mientras preparaba un Frapuccino de vainilla.
–Lo mejor que se puede hacer es ignorarles. Contestarles sería darle más importancia de la que tiene.
–En eso tienes razón –me sonrió Mike –pero de todos modos no me gustan que te hablen así.
–Bueno no te preocupes pero gracias por estar pendiente de mi.
–Faltaría más –halagó.
Pasaron de nuevo las horas corriendo y ya solo quedaban treinta minutos para cerrar.
–Hola, ¿qué desea? –escuché a Michael atender a un cliente mientras yo recogía y limpiaba una mesa.
–Quería un café solo –pidió el cliente.
–Muy bien.
Escuché a la máquina preparar el café y de nuevo el cliente le dirigió la palabra a Mike.
–Oiga, ¿usted conoce a una tal Helena Divella?
Michael se giró para atender de nuevo al cliente.
–Pues no conozco a esa mujer pero sería muy difícil ya que Londres es enorme.
–Lo se pero por preguntar no perdía nada. Es que me han recomendado a esa pintora pero no se dónde encontrarla.
Me sobresalté al escuchar el nombre de mi amiga. ¡Estaban preguntando por Helena!
–Tenga, aquí tiene su café, son dos libras con 15 peniques por favor.
–Aquí tiene.
–Gracias, vuelva cuando quiera y espero que encuentre a esa pintora.
El hombre cogió su café y se sentó en una mesa. Yo me dirigí a él y le pregunté por Helena y me comentó que estaba buscándola porque le habían recomendado sus cuadros entonces, le expliqué que era mi compañera de apartamento. El hombre me pidió que le diese su número de teléfono para quedar con ella y que le enseñase sus cuadros para comprar algunos. Cuando terminé de hablar con el hombre llamé corriendo a Helena y se lo conté. Se puso muy contenta y Michael cuando se enteró también, incluso se sorprendió muchísimo de que fuese mi compañera.
Llegó la hora de cerrar muy rápido, como de costumbre y me fui con Mike a tomar algo a un pub que había allí cerca. Estuvimos poco tiempo porque no me gustaba mucho el ambiente que solía haber. Entonces Michael me acompañó al metro para que no me perdiese ya que antes había perdido el bolso y el me decía que si seguía así acabaría perdida yo en estas grandes bocas de metro.
–Te acompañaré a casa –me dijo.
–No te preocupes.
–En serio, no es ninguna molestia. Lo hago encantado.
–De acuerdo entonces, muchas gracias Mike.
–De nada Mía, por ti hago lo que sea.
Solo se me ocurrió sonreírle y pasar adentro del vagón. De nuevo iba lleno pero no tanto como ayer por la tarde cuando me encontré con aquel chico tan guapo.
– ¿Y qué película vas a ver? –me preguntó Mike intentando sacar un tema de conversación.
–Pues Notting Hill. Se que es una película un poco vieja pero me gusta mucho y así recorro Londres sin tener que coger el metro –me reí.
–Esa película me gustó mucho cuando la vi –me dijo Mike sonriendo.
–Yo no me cansaría de verla nunca. Es preciosa y la verdad es que tiene cosas graciosas –comenté.
–Bueno… –dijo Michael intentando de nuevo sacar un tema al cabo de un tiempo.
Mi mirada se quedó fija en el suelo mientras daba vueltas y vueltas al chico del otro día.
–Veo que hoy no estás muy habladora ¿eh? –me dijo Mike colocándome un mechón de pelo detrás de la oreja.
–No… la verdad es que no. Hoy no tengo muchas ganas de hablar –me limité a decir.
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Promesas bajo la lluvia

by Natalia on Nov.22, 2009, under , , , , ,


Promesas bajo la lluvia es un libro de amor, el primero que escribo fuera de la fantasía y la magia pero aun así, el libro sigue siendo emocionante.

La historia sucede en Londres, cuando una chica se fija en un chico de ojos azules que cambiará su vida para siempre.

Aquí os dejo la sinopsis (en este caso, es un fragmento del libro):


–¿Por qué he haces esto? –pregunté entre lágrimas.
–Porque te quiero –contestó dando un paso hacia mí.
–Nunca conseguiré entenderte –suspiré.

Agaché la cabeza con la capucha puesta protegiéndome de ese modo de la lluvia. Él se acercó y me protegió más aun del agua.

–Nunca podré entenderme a mi mismo si tú no estás conmigo –me dijo poniendo su mano sobre mi nuca acercándome a su pecho la cabeza.

Mis lágrimas brotaban de nuevo por mi rostro mientras el viento azotaba nuestros cuerpos.

–Yo siempre estaré contigo –contesté abrazándole.
–Entonces algún día podré dejar de ser un estúpido y disfrutar de la persona más maravillosa del mundo.

Me abracé a él más fuerte y notaba su fuerte respiración.

–Te quiero –me dijo besándome en la frente. Seguidamente se separó de mi y desapareció entre la multitud de la gente.
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Lágrimas de cristal (Lágrimas de cristal I)

by Natalia on Nov.22, 2009, under , , , , , , ,

Lágrimas de cristal es mi primer libro publicado, os dejo la sinopsis y algo más de información para aquellos interesados =) Es un libro de fantasía, magia, amor y aventura.




Luna, una joven adolescente, pasa por unos acontecimientos que harán que su vida de un giro, la muerte de su padre y la ruptura entre ella y su novio. Por ello, su madre decide enviarla con sus tíos a vivir una temporada, ya que no puede cuidar de ella por motivos de trabajo, allí no sabe que hacer pero un día se encuentra una vieja librería, en la que conoce a un chico un poco extraño, el cual le cuenta una historia que la deja aturdida, ella intentará averiguar que secreto oculta el chico misterioso y sus amigos; tras varios días descubre que tiene un don al igual que ellos y que eso tiene que ver con su padre, pero una fuerza superior les acecha. Luna volverá a sentir algo que dio por perdido para siempre, el amor ¿Podrá el malvado Escorpio acabar con ellos? ¿Qué relación habrá entre el don y la muerte de su padre? ¿Podrá Luna amar tanto a alguien como para entregar su vida a cambio?

EDITORIAL: ECU (Editorial Club Universitario)
TÍTULO: Lágrimas de cristal
AUTORA: Natalia Martín García
ISBN: 978-84-8454-904-8
PRECIO: 10 €
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Sombras de la noche (Lágrimas de cristal II)

by Natalia on Nov.22, 2009, under , , , , , ,

La segunda entrega de la aventura de Luna y Leo ya está en camino, la editorial ya está maquetando todo y dentro de poco podréis volver a sus aventuras.
Aquí os dejo la sinopsis y la portada provisional (la que hice yo xD):



Tras la aventura ocurrida en verano, Luna y sus compañeros comienzan las clases para sacarse el curso como alumnos normales. Pero un nuevo mal les acecha, la chica de ojos blancos no deja de perseguir a Luna poniendo su vida siempe a riesgo, la chica quiere matarla pero Leo y los demás harán lo posible para proteger a Luna de este nuevo peligro. No obstante, otros peligros ponen en peligro a los humanos, como la novia de Neptuno, Eric el nuevo amigo de Luna o Larry el librero el cual conoce mucho sobre el secreto de Luna y los demás. Rex, el chico más odiado por Luna, estará cada vez más cerca de su secreto. La aventura envolverá una gran historia llena de misterio, respuestas y más preguntas por resolver. ¿Qué pretende Cáncer, la chica de ojos blancos? ¿Por qué quiere acabar con la inocente Luna? ¿Conseguirá Rex descubrir el secreto que intentan ocultar Luna y los demás? ¿Cuál serán las intenciones de la otra amenaza que pretende involucrar a los humanos en la guerra entre los portadores de los elementos?

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¿Te gusta el libro "Lágrimas de cristal"?

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